Texturas e iluminación: 5 cosas que debes saber

2015/02/10

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La iluminación y las texturas se encuentran íntimamente relacionadas, por eso resulta fundamental saber cómo interactúan, ¡descúbrelo aquí!

Superficies oscuras

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Los acabados oscuros absorben más luz que sus pares claros. Para conseguir un óptimo nivel de luminosidad en estas condiciones es necesario incrementar el grado de iluminación, lo que a su vez produce un aumento en el consumo de energía. ¿Entonces hay que evitar las superficies oscuras? No necesariamente, basta con utilizarlas con mesura.

Reflejos

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Los acabados pulidos, mate o con muchas texturas modifican la percepción de la luz. Por ejemplo, en superficies muy brillantes, el ángulo de proyección puede ocasionar deslumbramientos o una ambientación plana y gris. Los acabados mate, por el contrario, reflejan equilibradamente la iluminación, sin importar el ángulo desde donde se proyecte; en virtud de lo anterior, son ideales para áreas de trabajo. Para materiales pulidos, como la cerámica, se sugiere colocar la fuente de luz lo más cerca posible de las superficies.

Esmaltes

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Las maderas brillantes suelen reflejar la iluminación alrededor de los espacios, algo que puede dar pie a molestos deslumbramientos, sobre todo cuando la luz proviene desde un punto superior. ¿Qué se puede hacer en estos casos? Una medida efectiva consiste en aplicar tratamientos que “suavicen” el esmalte de la madera.

Texturas marcadas

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Los acabados con texturas o relieves pronunciados producen patrones de luz y sombra cuando reciben la iluminación de manera rasante, en un ángulo agudo. Este tipo de luz es ideal para superficies con texturas marcadas, como la piedra, por ejemplo. No obstante, en algunos casos es factible que se presenten relieves indeseables (como una pared de yeso con un acabado deficiente); en estos casos se debe bañar el área con la iluminación desde un ángulo menos agudo.

Colores

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El color de la superficie debe dictar el tono de la luz. ¿Por qué? Porque el color del acabado depende en gran medida del tono de la iluminación. Los colores cálidos por lo regular van bien con luces rojizas o amarillentas, mientras que los tonos fríos lucen más vibrantes y llamativos con luces brillantes, blancas o azuladas.